La velocidad del viento que provoca el cambio climático ha permitido que el albatros
viajero reduzca el tiempo de vuelo entre las zonas donde se alimenta y
las colonias donde cría, lo que ha mejorado el éxito reproductivo de
esta especie, y favorecido que alcance una mayor masa corporal. Sin
embargo, los modelos climáticos futuros prevén más cambios que pueden
perjudicar a estas aves. Son algunas de las conclusiones obtenidas en un
estudio internacional en el que ha participado la investigadora del
Centro Oceanográfico de Gijón del Instituto Español de Oceanografía
(IEO), Maite Louzao.
El trabajo, que se publica en el último número de la revista "Science",
muestra que la velocidad del viento ha aumentado en el océano Austral,
aparentemente a causa del cambio del clima, lo que facilita el vuelo de
los albatros que viven en esa región. A diferencia de otros estudios
sobre el cambio climático que investigan las variaciones de la
temperatura o de las precipitaciones en sistemas biológicos, Henri
Weimerskirch y su equipo del Centro de Estudios Biológicos de Chizé, del
Centro Nacional de Investigación Científica en Villiers en Bois,
Francia, han considerado el viento como un factor importante para
estudiar la distribución y migración de animales marinos que dependen de
él, explica el IEO.
Este cambio en los patrones de viento afecta a especies marinas del
océano Austral como el albatros viajero. Según la investigación, estas
aves consiguen volar más rápido gracias a la mayor velocidad del viento.
De esta forma, necesitan permanecer menos tiempo en el mar en busca de
comida. "Durante la década de los 70, la duración media de un viaje de
alimentación era de 12 días y medio. Este tiempo se ha reducido en tres
días a lo largo de los últimos 40 años", señala Maite Louzao, coautora
del trabajo. Estos viajes más cortos han aumentado el éxito de
reproducción y han permitido un aumento en la masa corporal de los
adultos.
En el estudio, los expertos analizaron información, recabada durante
cuarenta años, sobre una población de albatros que vive en las islas
Crozet, en la parte sur del océano Índico. Desde los años 60, se realiza
un seguimiento demográfico a largo plazo de esta población y en 1989 se
comenzó a equipar a las aves con transmisores para seguir sus viajes
vía satélite.
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