A pesar del creciente peso del tránsito automotor y de la
cantidad de habitantes que diariamente ingresan y circulan por sus
calles, la ciudad de Buenos Aires está entre las metrópolis del mundo en las que se respira mejor.
Incluso la concentración de los contaminantes en la atmósfera porteña
hace que las bocanadas de aire sean más saludables que en México
Distrito Federal, Santiago, Chile; Bogotá o San Pablo.
Un nuevo estudio de la OMS que mide la polución
atmosférica indica que la Reina del Plata registra material particulado
contaminante (PM10) en el nivel más bajo de la región, ampliamente
superada por Bogotá, la más afectada; Santiago (Chile), México DF y San
Pablo, con índices de esmog más altos.
Aunque el organismo internacional indica que la media anual ideal de
estas partículas debería ser de 20 microgramos por metro cúbico, los
registros de la ciudad de Buenos Aires están entre los que no
representan daños para la salud. De los 15 países de América latina
analizados, Chile es el cuarto con mayor nivel de material particulado
en la atmósfera con 62 microgramos por metro cúbico (Ug/m3), superado
por Bolivia (82), Perú (74) y Colombia (71). Costa Rica cuenta con el
nivel más bajo, con 28 ug/m3.
Lo curioso del fenómeno en la Capital es que no obedece a políticas
públicas sustentables o prácticas ecológicas por parte de la población.
La razón por la que la ciudad goza de una buena calidad de aire se
explica casi exclusivamente por la naturaleza: la ubicación geográfica
de la urbe, sumada a las condiciones meteorológicas, hace que la
contaminación que se genera diariamente se disipe sin provocar altas
concentraciones, nocivas para la salud.
Así también lo demuestran las mediciones oficiales locales, que dan
cuenta de que los gases que se miden en el ámbito porteño -dióxido de
carbono, óxidos de nitrógeno y ozono- y el material particulado en
suspensión no superan los límites impuestos por la normativa.
Sin embargo, los expertos y los vecinos consultados advierten que la
polución por la mayor concentración de edificios y la gran cantidad de
automotores no se va con el viento y que la contaminación del aire es un
tema que debe atenderse. Especialmente por cómo afecta al sistema
respiratorio de las poblaciones vulnerables, los niños y los adultos
mayores.
Emisiones
"Aunque la magnitud de las emisiones es muy importante, los vientos y
el mayor caudal de precipitaciones hacen que la contaminación
atmosférica no sea un asunto de relevancia. Eso no significa que no haya
que atender el problema. Incluso habría que preguntarse si no es
necesario un sistema de monitoreo más amplio", sugirió la investigadora y
meteoróloga de la UBA Paula Martin.
La Agencia de Protección Ambiental porteña (APRA) cuenta con un
sistema constante de monitoreo en cuatro puntos de la ciudad. Aunque los
niveles de concentración de los gases están lejos de superar los
estándares establecidos por la ley, los mayores valores se producen los
días de semana durante las horas pico, entre las 7 y las 9 y entre las
18 y las 20.
Las modelizaciones y los mapas realizados por la autoridad ambiental
dan cuenta de que las zonas más perjudicadas por la contaminación son
los barrios del centro de la ciudad, con un leve aumento en estaciones
de transferencia, como la de la zona de Once, la de Retiro y la de
Constitución.
"México DF, por ejemplo, tiene grandes problemas con el material
particulado en suspensión. En Buenos Aires, no superó los estándares,
salvo por la crisis de las cenizas. Por eso tienen desarrollada su red
de monitoreo", apuntó Javier Corcuera, biólogo y presidente de la APRA.
En el mismo sentido trabaja Santiago de Chile, que ha mejorado el nivel
de contaminación que tenía hace 10 años, pero que sigue siendo elevado.
"Ellos tienen un gran problema con el ozono", agrega el funcionario. En
la ciudad esos índices son mínimos.
Chile, que tiene varias ciudades con problemas de esmog, además de la
geografía, padece las consecuencias del uso del carbón vegetal como
combustible.
En la ciudad de Buenos Aires los culpables de que el aire esté
contaminado son, principalmente, los automóviles y el transporte
público. También afectan a la atmósfera las emisiones de las centrales
térmicas que generan energía eléctrica y, en menor medida, las
industrias. Por supuesto que la gran cantidad de edificios también hace
de barrera a los vientos y genera islas de calor y de esmog.
En ese sentido, el urbanista Andrés Borthagaray señaló: "No podemos
confiarnos en la geografía. El tema de la contaminación atmosférica
aparece progresivamente en la agenda. Y hay algunos elementos para
mejorar la situación. Creo que, por ejemplo, deberíamos tener en cuenta
que contamos con una red ferroviaria de 800 km que permitirían disminuir
el nivel de emisiones y ostentar eficiencia energética, pero la
aprovechamos muy mal".
Efectos nocivos
Los efectos de las altas concentraciones de contaminantes en la salud
son graves: a los problemas respiratorios se pueden sumar mareos y
hasta náuseas. A las poblaciones vulnerables, como las personas que
sufren problemas respiratorios, puede agravar sus cuadros y hasta
provocarles la muerte.
Según la OMS, a nivel planetario, más de 1,3 millones de muertes se
producen al año por causa directa de la contaminación ambiental en las
ciudades, mientras que 2 millones de personas mueren por otros problemas
de polución. "Bastaría con reducir los niveles de partículas en
suspensión para evitar más de un millón de estas muertes", se indica en
el informe oficial divulgado en septiembre pasado.
El estudio internacional indica que de 91 países sólo 11 cumplen con
los niveles recomendados por la entidad y que de 1081 ciudades revisadas
sólo 483 son "saludables".
La ciudad y su calidad de vida están estrechamente ligadas a su
atmósfera. Y no sólo en este siglo, en el que medimos la contaminación y
las emisiones de efecto invernadero.
"En el siglo XIX la contaminación se relacionaba con los olores
nauseabundos. Es por eso que las primeras epidemias de cólera y luego de
fiebre amarilla fueron atribuidas a la pestilencia originada por la
actividad de mataderos y saladeros de la orilla del Riachuelo", explicó
el ambientalista Elio Brailovsky.
"El problema, hoy, son los autos. Pero la contaminación del aire es
un problema que, en general, se tiende a subestimar. Yo me preguntaría
si los estándares que tenemos hoy de calidad no son demasiado bajos",
agregó.
La ciudad vivió dos grandes crisis en los últimos años: la quema de
pastizales en el Delta, en abril de 2008, y la crisis que provocó la
emanación de cenizas, en junio y julio de este año. El nivel de
peligrosidad del material particulado en suspensión también depende del
tamaño de este material. Sólo un par de días se recomendó el uso de
barbijos a la población vulnerable.
Un creciente cuerpo de investigación apoya la responsabilidad de los
contaminantes del aire ambiental en la agravación de enfermedades
crónicas de las vías respiratorias y sugiere que la polución puede tener
un papel importante en el desarrollo de muchas de estas enfermedades.
Si revisamos las bases biológicas de la vulnerabilidad a
contaminantes del aire exterior veremos la importancia prevalente del
ozono, el plomo, el benceno, el óxido de nitrógeno, el monóxido de
carbono, el dióxido de azufre y las partículas en suspensión inferiores a
10 micrones de diámetro. Todas estas sustancias tienen efectos
perjudiciales en la salud y se encuentran en el aire que respiramos en
las ciudades, originadas en maquinarias, aire acondicionados, motores y
principalmente automóviles, o cualquier vehículo que elimine gases
dañinos al ambiente.
La exposición a altas concentraciones por un corto período de tiempo
puede contraer los bronquios y aumentar la secreción de mucosidad,
haciendo que la respiración se torne muy dificultosa. Estos efectos
inciden negativamente en todos los individuos, pero son mucho más
perjudiciales para los niños, las personas mayores y los pacientes
bronquiales crónicos o asmáticos.
Otros factores que contribuyen a la generación de polución son la
quema de pastizales y la ceniza volcánica, ya que dependiendo de las
condiciones meteorológicas, generan partículas en suspensión que poseen
un importante poder irritógeno en todas las mucosas, lo que provoca
picazón de ojos (conjuntivitis), tos seca (traqueítis), además de los
síntomas respiratorios ya mencionados.
En urbes muy polucionadas como Hong Kong, México DF y Santiago de
Chile, tiene gran importancia etiológica su densidad demográfica y sus
condiciones geográficas, circunstancias muy difíciles de modificar, pero
el factor que podría controlar la polución ambiental es sin duda la
toma de conciencia general sobre los factores que la generan, comenzando
con el sistema de escape de los automóviles y su uso desmedido.
La ciudad de Buenos Aires, a pesar de tener una población fluctuante
que supera los 12 millones de personas, afortunadamente cuenta con un
parque automotor relativamente moderno, lo que morigera la emisión de
contaminantes y, por otro lado, se va imponiendo el uso del transporte
público, lo que también contribuye a disminuir las fuentes de polución.
Por Laura Rocha
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