El proceso de
gasificación consiste en el calentamiento de biomasa forestal en un
ambiente pobre en O2 para que se consuma sin arder, dando como
resultado la transformación de la sustancia sólida en gas, llamado
syngas (gas de síntesis), que es, a su vez una mezcla de gases. El
syngas puede comprimirse y acondicionarse para utilizarse como
combustible en la generación de electricidad en un motor generador. Los
humos resultantes de esta combustión están a temperatura
suficientemente caliente como para aprovecharse para calentar agua para
climatización y ACS, de forma que el rendimiento es mayor que el que
produciría la combustión directa de la biomasa sólida de la que provino
y, por lo tanto, también la eficiencia del proceso.
ECOticias.
Además, se estima que un 80% de la biomasa original se convierte
en gas, por lo que se genera una menor cantidad de inquemados y
cenizas que en una combustión directa convencional de biomasa.
Asimismo, los períodos de amortización de la instalación se reducen
gracias a la cogeneración, que permite cubrir dos necesidades
energéticas al mismo tiempo.
Las dimensiones de una instalación de cogeneración por gasificación
de biomasa forestal resultan demasiado voluminosas para los domicilios,
pero son adecuadas en el caso de pequeñas industrias o empresas
rurales, para las cuales supone un importante ahorro potencial en el
coste de combustible, uno de los más gravosos de los que tienen que
afrontar las pymes y, por supuesto, una mayor independencia energética,
que les permite flexibilidad en el consumo.
Si estas pequeñas industrias radican en municipios con disponibilidad
directa de biomasa forestal los beneficios se multiplican, pues,
además de ahorrar aun más coste en transporte, la demanda de
biocombustible por parte de empresas puede suponer la generación de
empleo local, la creación de una planta de biocombustibles que
abastezca a las empresas e, incluso, la posibilidad de instalar una
planta de cogeneración de grandes dimensiones que cubra necesidades
municipales y además obtenga beneficios de la venta de excedentes de
energía eléctrica a las redes. A esto hay que unir el beneficio que
supone la puesta en valor de recursos forestales, que en muchos casos
se encuentran en estado de práctico abandono, en mal estado sanitario, y
presentando riesgo de incendios.
Un plan adecuado de explotación de la biomasa forestal de este tipo
de municipios, acorde con criterios de sostenibilidad, permitiría
mantener una producción continua de biocombustibles de alta calidad,
generando empleos estables en las labores de extracción, movilización,
procesado y distribución de la biomasa. Las empresas, tanto las
existentes como las que pudieran ser atraídas por la disponibilidad
continua de biocombustibles o por la perspectiva de consumo directo de
energía a menor coste (en el caso de instalaciones municipales de mayor
envergadura), obtendrían a cambio un ahorro significativo en su factura
energética, aumentando su rentabilidad, y cerrarían el ciclo de
producción-consumo, de manera que la economía local se vería
notablemente reforzada, creando nuevos mercados y áreas de actividad.
Encontramos un ejemplo en la planta de cogeneración por gasificación
de biomasa de Xátiva (Valencia) que entró en funcionamiento en 2010.
Alimentada con residuos forestales –consume 33.000 kg de biomasa/día,
11.000 t biomasa/año-, tiene una producción eléctrica anual de 13.000 MW
y evita la emisión de 4.000 t CO2/año.
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