La minería es uno de los focos
más intenso de conflicto social en Latinoamérica. Por eso no está mal
recordar que las mentiras son mentiras, que con la minería llegan
fenómenos muy diferentes al “progreso”. Estos son siete mitos alrededor
de la minería que se están divulgando en Ecuador pero que son aplicables
a toda la región.
1. Potencial minero. El potencial minero presentado por el gobierno y las empresas mineras es una ficción.
La
gran mayoría de yacimientos de oro y cobre, incluyendo los proyectos en
marcha, no han sido explorados adecuadamente como para establecer en
firme y con un mínimo de confiabilidad lo que realmente contienen. El
optimismo de cifras manejadas alegremente por el gobierno proviene de
las empresas mineras que inflan sus cálculos por obvios intereses
económicos y políticos. Ese manejo alegre de las cifras ha resultado en
algunas de las estafas financieras más grandes de la historia, cuando
empresas mineras -canadienses en particular- han inflado el valor de sus
yacimientos para realizar enormes ganancias en las bolsas de valores.
Ecuador como formación geológica es muy diferente a Perú y Chile.
Los yacimientos que posee son menos ricos y concentrados, lo cual hace
de su minería una actividad de mayor impacto ambiental, porque debe
procesar mayor cantidad de suelo y subsuelo para obtener una producción
rentable.
2. Minería y desarrollo. Que la minería empobrece a países en desarrollo es una realidad cierta.
Los
economistas, para explicar este fenómeno, la analizan como la
“Maldición de los Recursos Naturales” o la “Paradoja de la Abundancia”.
Basta estudiar el Índice de Desarrollo Humano de países con alta
dependencia de la minería como Zambia, Sierra Leona, Papua Nueva Guinea, Bolivia, Ghana o la República Democrática del Congo, para saber que minería no equivale a desarrollo.
Comparada
a otras actividades económicas, la minería a gran escala genera muy
pocos puestos de trabajo. En países como Chile y Perú, emplea
aproximadamente el 1% de la población económicamente activa, y la
mayoría de los empleos están a cargo de mano de obra calificada.
En el caso del proyecto de cobre Mirador, ubicado en la Cordillera del Cóndor, provincia de Zamora Chinchipe,
se prevé que la mina creará cerca de 600 puestos de trabajo fijos. El
propio Plan de Desarrollo para el Sector Minero 2011-2015, del actual
gobierno, aspira que la minería a gran escala, cree “al menos 10.000
plazas de trabajo” a nivel nacional, una cifra magra si se compara con
los puestos de trabajo que genera, la agricultura, la ganadería o el
turismo.
3. Aporte económico
de la minería. Decir que los beneficios de la megaminería se quedan en
los países donde se extraen los minerales y que las empresas contribuyen
con el pago de diferentes impuestos en el desarrollo del país tampoco
tiene mucho asidero.
Muchos
problemas surgirán por el lado tributario. Las grandes empresas mineras
son campeonas en eludir o evadir el pago de tributos. Algunas empresas
transnacionales usan subsidiarias registradas en paraísos fiscales, lo
que les permite evitar el pago de impuestos. Estas empresas normalmente
no garantizan transparencia para poder llevar a cabo la evaluación de
sus actividades.
Las empresas
transnacionales y los gobiernos cómplices destacan exclusivamente los
enormes montos de ingresos potenciales a partir de reservas mineras
existentes. Con estas cifras, en general altamente exageradas, se quiere
sensibilizar a la opinión pública a favor de la minería. Sin embargo,
esta mirada resulta incompleta. Habría que sumar los llamados costos
ocultos -ambientales y sociales-, incorporando por ejemplo el valor
económico de la contaminación. Estas son pérdidas económicas que
normalmente no aparecen en los proyectos y que son transferidas a la
sociedad; recuérdese la devastación petrolera en el nororiente de la
Amazonía ecuatoriana. También deberían entrar en la lista de costos los
denominados “subsidios perversos”, que se expresan a través de la
entrega de energía a precios menores, agua sin costo o con costo
reducido, e inclusive infraestructura de transporte.
4.
Amenazas ecológicas de la minería. Debido a las singulares condiciones
climáticas, geológicas, hidrológicas y biológicas, del país, a su mega
biodiversidad, la minería metálica a gran escala en la mitad del mundo
será un mega desastre.
Los
yacimientos llamados estratégicos se encuentran en sitios ecológica y
climáticamente muy sensibles, con muchas lluvias, y en medio de
ecosistemas únicos, bosques y páramos, que albergan fuentes de agua y
decenas de especies, vegetales y animales en peligro de extinción.
Estos
ecosistemas únicos -páramos y bosques- cumplen un papel indispensable
en la generación y protección de fuentes de agua que abastecen a las
poblaciones del campo y la ciudad. Son millones de ciudadanos los que se
benefician de los estuarios de agua limpia. Por lo tanto comparar la
minería en Ecuador con la minería en el desierto de Chile o en el
altiplano árido del Perú, o con países-continente como Canadá o Australia
no hace el menor sentido, porque no existe en el mundo, un solo
proyecto minero a gran escala, en sitios similares a los de nuestras
cordilleras, bosques nublados y páramos, que no haya devastado el
ambiente. Por ello, los llamados Estudios de Impacto Ambiental de la
megaminería, financiados por las mismas empresas mineras, sin excepción
alguna, constituyen una tomadura de pelo. A más de sesgados y poco
confiables son deficientes como estudio y bochornosos como instrumento
legal.
5. Desechos a gran escala. La minería metálica a gran escala es la más grande productora de desechos en el mundo.
En
promedio, se procesa aproximadamente 79 toneladas de tierra para
producir una onza de oro (Esta cifra sube a 250 toneladas en ciertas
minas). En el caso del cobre, la proporción es aproximadamente una
tonelada de cobre por 500 toneladas de tierra removida.
En Canadá, la minería a gran escala produce 60 veces más desechos- y en los Estados Unidos nueve veces más- que todas las ciudades e industrias de los respectivos países. Solo el proyecto Panantza-San Carlos, en la provincia de Morona Santiago
prevé procesar 90.000 toneladas de suelo, subsuelo y roca mineralizada
diariamente y durante décadas. Es decir que durante la vida útil de la
mina, se prevé producir alrededor de 1.400 millones de toneladas de
desechos; esto equivale al menos a unos 12 Panecillos de la ciudad de Quito. Solamente para un pequeño proyecto de cobre, conteniendo 6 % del supuesto yacimiento de Panantza-San Carlos, en la zona de Intag, provincia de Imbabura, los investigadores calcularon que se necesitaría 600 hectáreas exclusivamente para almacenar los desechos sólidos.
Hay
que saber que el oro y el cobre no están en estado puro, suelen estar
mezclados con otros minerales o metales pesados como el azufre,
arsénico, plomo, mercurio, molibdeno y otras sustancias altamente
tóxicas que contaminan suelos, ríos, páramos y bosques húmedos. Algunos
yacimientos cupríferos, incluso, contienen materiales radioactivos.
6.
Agua y minería. Por más que las empresas y sus defensores en el
gobierno digan que el agua será reciclada, el procesamiento de minerales
a gran escala requiere de ingentes cantidades de agua, mucha de la cual
se pierde en el proceso de separar la tierra y los otros metales.
El
estudio de factibilidad del proyecto Mirador, aledaño al de
Panantza-San Carlos, prevé utilizar 12 millones de litros de agua
diariamente.
Debido al proceso
conocido como drenaje ácido minero, el agua de ríos y vertientes, en
combinación con el aire y el agua de lluvia y/o aguas subterráneas,
envenenará al recurso agua durante décadas y posiblemente cientos de
años.
Este drenaje ácido es un
proceso mediante el cual, el aire o las aguas oxidan automáticamente -al
momento del contacto- a minerales sulfurosos, lo que provoca una
acidificación anormal de los desechos mineros, de los suelos y las aguas
superficiales y subterráneas.
Cabe
señalar que los grandes yacimientos ecuatorianos identificados son
altamente sulfurosos, por lo que el riesgo que se de este gravísimo tipo
de contaminación es muy alto en nuestro país.
7.
Conflictos Sociales y minería. No hay actividad industrial en América
Latina que haya convulsionado o violado tanto los Derechos Humanos como
la megaminería.
En Colombia,
el 80% de las violaciones de Derechos Humanos que han ocurrido en los
últimos diez años se cometieron en regiones mineras. En Perú, más del
60% de los conflictos socio-ambientales se deben a la minería. En la
medida en que las empresas extienden su presencia, la lista de muertos,
heridos y perseguidos aumenta cada día. En el Ecuador, la mayoría de
los criminalizados socialmente, han sido por su posición de resistencia a
la megaminería o minería a gran escala.
Carlos Zorrilla / Pocho Ávarez / Alberto Acosta
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