Lo que no menciona el informe o balance es la responsabilidad del negocio forestal en nuestra región.
El
avance del sector forestal ha sido avasallador en las últimas décadas,
modificando la matriz productiva de varios poblados. La agricultura ha
pasado de una diversa producción de frutas, hortalizas, legumbres, etc. a
ser casi exclusivamente monocultivo de pino radiata o eucaliptus. Y eso
se aprecia justamente en dos localidades profundamente afectadas por
los incendios.
El pino radiata es una
especie introducida, originaria de América del norte (California y
algunos sectores de México). En su lugar originario el pino crece hasta
unos 30 mts. de altura. En Chile llega a crecer de 30 a 50 mts. debido a
las condiciones climatológicas.
Uno
de los grandes defectos que tienen estos monocultivos, en particular los
de radiata, es que los pinos exudan una resina en dos formas: líquida y
sólida. La trementina es la parte líquida, que al igual que el sólido
denominado colofonia, es altamente inflamable (con ellas se produce
desde el aguarrás hasta algunos adhesivos). Su punto de inflamación se
ubica en los 35º y puede llegar a ser explosiva.
Es
por estas mismas cualidades que las plantaciones forestales deben estar
bastante alejadas de las plantaciones. Una resina inflamable a los 35° y
que puede ser explosiva está expuesta a grandes temperaturas y vientos
en pleno verano.
Los incendios
forestales más peligrosos son los denominados fuegos de copas. En ellos
el fuego consume las copas de los árboles alcanzando temperaturas entre
600 y 1500 grados y avanza a una velocidad enorme, catastrófica y
peligrosa, sobretodo si hay casas cerca. Se genera una especie de bola
de fuego que avanza a grandes velocidades dejando a su paso una
temperatura y sonido aterradores. Una verdadera tormenta de fuego,
quemando desde arriba hacia abajo. Son incendios casi incontrolables.
En
Chile la obsesión desmesurada por el negocio forestal ha dejado
plantaciones pino y eucaliptos a metros de hogares, mientras que en
Canadá, las plantaciones deben estar al menos a 1.6 Km., para poder
realizar los cortafuegos. El caso de los pobladores de Ñipas es un
ejemplo del caso.
Incluso en estos
países donde se norma el negocio, las plantaciones van modificando su
altura, porque de esta manera el fuego no se propaga con facilidad pues
las copas no están a la misma elevación y por lo tanto, dificulta su
extensión.
En Chile esto es
un control que ni siquiera se comenta, pues se habla de incendios
intencionados o naturales, pero jamás de la responsabilidad de las
forestales. Ni en cuánto a los incendios, ni en cuánto al desempleo, ni en cuánto al saqueo de los recursos naturales.
El
control sobre la desmesurada extensión del territorio forestal debe ser
regulado porque atenta contra la seguridad de los sectores aledaños. No
se puede permitir que no haya las condiciones mínimas de seguridad en
un territorio eminentemente forestal, pues se atenta solapadamente
contra la vida de la población.
No hay comentarios:
Publicar un comentario