Los científicos continúan en la búsqueda de fuentes de energía
alternativas más seguras y más limpias, y entretanto, una cantidad cada
vez mayor de valiosas tierras agrícolas es destinada a producir
bioetanol, un combustible alternativo para el transporte. Aunque este
bioetanol es renovable, los economistas y los ecólogos temen, como de
hecho ya ha comenzado a suceder, que esa tendencia a usar tierras
agrícolas para elaborar combustibles en vez de alimentos limite aún más
los recursos alimentarios del mundo, promueva subidas en los precios de
ciertos productos alimenticios, y obstaculice los esfuerzos para
combatir al hambre en el mundo.
Una alternativa prometedora es recurrir a las algas marinas, ya que pueden cultivarse en ciclos más cortos que los habituales en los vegetales terrestres, y son capaces de producir con igual o mayor eficiencia biocombustibles, todo ello sin tener que sacrificar tierras fértiles que se podrían destinar a la agricultura alimentaria.
Las algas marinas constituyen una fuente prometedora de bioetanol sobre la que se ha investigado más bien poco. Ahora, un equipo de expertos ha logrado importantes avances en un método para cultivar algas que sirvan como fuente de biocombustibles y que al mismo tiempo ayuden a reducir la contaminación de algunas zonas marítimas.
Muchas regiones costeras, incluyendo el Mar Rojo en el sur de Israel, han padecido de un tipo especial de polución causada por los desechos humanos y un auge notable de la piscicultura (cría de peces), lo que conduce a cantidades excesivas de nutrientes, con el resultado final de daños severos en los arrecifes de coral, los cuales ya están en peligro por otras causas, y diversos efectos nocivos para muchas especies de las que dependen las poblaciones humanas.
Promover el cultivo de algas marinas para elaborar biocombustibles podría ser una forma de resolver estos problemas medioambientales.
Una alternativa prometedora es recurrir a las algas marinas, ya que pueden cultivarse en ciclos más cortos que los habituales en los vegetales terrestres, y son capaces de producir con igual o mayor eficiencia biocombustibles, todo ello sin tener que sacrificar tierras fértiles que se podrían destinar a la agricultura alimentaria.
Las algas marinas constituyen una fuente prometedora de bioetanol sobre la que se ha investigado más bien poco. Ahora, un equipo de expertos ha logrado importantes avances en un método para cultivar algas que sirvan como fuente de biocombustibles y que al mismo tiempo ayuden a reducir la contaminación de algunas zonas marítimas.
Muchas regiones costeras, incluyendo el Mar Rojo en el sur de Israel, han padecido de un tipo especial de polución causada por los desechos humanos y un auge notable de la piscicultura (cría de peces), lo que conduce a cantidades excesivas de nutrientes, con el resultado final de daños severos en los arrecifes de coral, los cuales ya están en peligro por otras causas, y diversos efectos nocivos para muchas especies de las que dependen las poblaciones humanas.
Promover el cultivo de algas marinas para elaborar biocombustibles podría ser una forma de resolver estos problemas medioambientales.
Es
mejor que las tierras fértiles se reserven para la agricultura
alimentaria en vez de usarse
El equipo de Avigdor Abelson y Leor Korzen, del nuevo Centro de Energías Renovables y el Departamento de Zoología de la Universidad de Tel Aviv, junto con Alvaro Israel, del Instituto Oceanográfico Nacional, Aharon Gedanken de la Universidad de Bar-Ilan, y Ariel Kushmaro de la Universidad Ben-Gurion, todas estas instituciones en Israel, ha desarrollado un sistema para el que se han tenido en cuenta las circunstancias más comunes en los entornos marinos explotados por el Hombre. El sistema, en sus diferentes pasos y vertientes, combina procesos para crear lo que se podría definir, hasta cierto punto, como un ecosistema artificial.
Al emplear múltiples especies, este nuevo sistema, denominado CAMUS, puede convertir desechos en biocombustibles, reduciendo a la vez el impacto de la polución sobre el ecosistema local.
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